Por un empleo digno ¿Te empleas o te emplean?
Hoy quiero hablarte del tema del empleo, inspirado por un compañero que nos dejó esta perla en su blog. Gracias Agustín Grau y enhorabuena por tu excelente trabajo.
Vamos a ver… ¿Te empleas a fondo en tu propio proyecto para obtener el máximo rendimiento y beneficio de tu actividad profesional? ¿O te emplean en otra organización, exprimiéndote para aprovechar todo el néctar que puedas producir y aportar a la colmena?
En primer lugar, veamos qué es eso del empleo y cómo se produce.
Qué es un empleo
Un empleo, en el contexto en el que andamos metidos hoy, según la RAE, es una ocupación o un oficio. Nada más simple. Por tanto, estar empleado podría ser, simplemente, tener algo que hacer. Pero creo que sería mejor tener una ocupación profesional, a ser posible remunerada.
Sí, ya sé que esto es obvio, pero es que a mí me gusta escribir como si me estuviese leyendo mi abuela (a la que nunca conocí). No te ofendas y deja que siga con mi breve y modesto razonamiento porque, si lo analizamos, resulta que no todos lo entienden.
Estar empleado, en realidad, significa que alguien, por lo general otra persona, te está empleando. Si lo hicieses tú mismo, serías un auto empleado, ¿verdad? Entonces ser un empleado significa que alguien, que no eres tú, te está empleando. Es decir; Otra persona te está proporcionando una ocupación remunerada, un puesto de trabajo. Un curro para que te ganes la vida.
Enfatizo este punto porque, a veces, algunas personas que trabajan por cuenta ajena olvidan en qué consiste todo esto. O puede ser que nunca se lo hayan planteado.
Verás; en el mercado laboral existen básicamente dos tipos o, como dicen ahora, dos perfiles de personas que intervienen en el proceso de, llamémoslo así, mercadeo de trabajadores. Otros lo llaman proceso de contratación.
Están las personas que emplean a otros…
Las personas que emplean son las que ofrecen empleo, o trabajo, y para eso antes deben crear esos puestos de trabajo.
Para poder crear dichos puestos de trabajo, o empleos, necesitan tener una infraestructura, aunque sea mínima, que sea viable. Llamemos a esta infraestructura empresa.
Ahora, para tener una empresa viable, que pueda crear y ofrecer empleos sostenibles, estas personas deben realizar previamente una inversión económica, más o menos fuerte, y una inversión muy fuerte en tiempo y trabajo propio. Por supuesto, ajustándose a las leyes que regulan cualquier actividad económica y tributando al Estado lo que éste les requiera.
Y todo esto lo hacen voluntariamente, sin ninguna obligación previa, a pesar de las dificultades con que se encuentran.
Llamemos a estas personas empresarios o emprendedores.
Y están las personas que son empleadas por otro
Las personas que son empleadas, por su parte, no tienen que hacer nada de lo dicho anteriormente. Sólo tienen que buscar a algún emprendedor que les contrate. Lo cual no es nada fácil hoy en día, porque hay más personas que no quieren o no se atreven a emprender que emprendedoras.
Son personas que, lo admitan o no, dejan su vida y su futuro en manos de otras que sí persiguen su sueño.
Con esto no estoy diciendo que las personas que se emplean no tengan que hacer ningún esfuerzo. De hecho, buscar empleo de forma proactiva es uno de los trabajos más duros y menos gratificantes que conozco.
Por otra parte, los empleados más valorados y mejor remunerados son los que, en general, invierten continuamente tiempo y dinero en su formación, para cualificarse profesionalmente, y tienen ya cierta experiencia.
No esperes que las empresas se peleen para contratarte si lo único que haces es mantener tu tarjeta de demanda de empleo o enviar algún Currículo de vez en cuando. Tampoco esperes que te paguen un pastizal, o te nombren empleado del año, si no estás lo suficientemente cualificado o te limitas a cubrir el expediente.
«Si tú no trabajas por tus sueños, alguien te contratará para que trabajes por los suyos» (Steve Jobs).
Todo encaja perfectamente… o no
Todo esto está muy bien porque, para que el sistema funcione, tiene que haber tanto empleados como empleadores y cada uno tiene su función, sus necesidades y sus preferencias. No a todos nos tienen que gustar las mismas cosas ni todos servimos para lo mismo. Por eso hay de todo en este mundo.
Pero sería preferible que empleados y empleadores encajasen mejor, como piezas de un puzle.
Lo que está claro es que para que alguien tenga un empleo por cuenta ajena es necesario que alguien más tenga la iniciativa de crearlo y le contrate. Eso es irrefutable.
Por tanto, gracias a que hay empresarios, la inmensa mayoría de las personas que no quieren o no se atreven a emprender y crear su propio empleo, pueden trabajar y ganarse un sueldo.
¿Qué es lo que falla?
Al margen de políticas (como doctrinas o formas de gobierno) y políticos (como individuos que se dedican a fingir que gestionan un país), creo que gran parte del problema es que las piezas hace tiempo que dejaron de encajar, porque hay muchas más personas que buscan empleo que emprendedores.
La consecuencia es que, entre las piezas del puzle, hay un caos de narices y muchas personas no tienen empleo o se aferran a empleos basura que no les satisfacen y no tienen nada que ver con ellos.
Lo peor es que algunos empresarios, no todos, se aprovechan de esta situación para ahorrarse cuatro pesetas, o quién sabe si para hacerse ricos, o para satisfacer alguna retorcida necesidad de demostrar su autoridad e inflar su ego.
Lo dije en esta entrada; el hecho de que te empleen significa que cuando ya no les interese dejarán de hacerlo y tú te verás en la calle; compuesto, sin curro, sin ingresos y, en muchos casos, sin autoestima.
Pero, no te confundas, con esto no estoy demonizando a las personas o empresas que emplean a otras, ni mucho menos. En general, ellos hacen lo que tienen que hacer, que es velar por sus intereses, como cada hijo de vecino.
Ya he dejado claro que son sólo algunos los que se aprovechan de los trabajadores. Y si lo hacen, en realidad, es porque hay personas que permiten que otros se aprovechen de ellas.
En cualquier caso, invito, a quien quiera aceptar, a analizar el estado en el que se encuentra en este momento con respecto a su trabajo y haga un simple ejercicio para comprobar cuál es su grado de motivación. Puedes verlo pinchando en ¿Te motiva tu trabajo?
El derecho a un empleo digno
Según nuestra constitución, todos tenemos derecho a un empleo digno. O, a un trabajo a secas. Como también tenemos derecho a una vivienda digna, a la educación, a la sanidad, etc.
Lo que no dice la constitución es de donde debe salir ese trabajo. Es decir; quién está obligado a proporcionar trabajo a los demás.
En consecuencia; como no lo dice la constitución, ni ninguna otra ley, resulta que nadie está obligado a dar trabajo a nadie. Y, que quede claro, nadie tiene derecho a exigir a nadie que le proporcione un trabajo, sea digno o no. Por lo tanto, quien trabaje por cuenta ajena debería agradecérselo a su empleador. Aunque, obviamente, esto no significa bajarse los pantalones ni gastar rodilleras.
Entonces ¿Por qué algunas personas se indignan tanto cuando no encuentran empleo? ¿Por qué se cabrean tanto con el mundo entero? Es algo que no tiene sentido ni justificación.
¿Por qué no se ocupan ellas mismas de su propia ocupación? Incluso les preguntaría ¿Por qué no crean ellas una empresa y ofrecen trabajo también a otras personas?
Es muy cómodo responsabilizar a los demás de todo lo desafortunado que nos ocurra. Es más sencillo sacar balones fuera, cada vez que las cosas pintan mal. Escaquearse es mucho más fácil que asumir la responsabilidad que a cada uno nos corresponde. Y, sobre todo, es menos comprometido que apechugar con las consecuencias de nuestras propias decisiones. Sobre todo cuando no obtenemos lo que queríamos.
Nos gusten o no, todos los acontecimientos de nuestras vidas son consecuencia de nuestras decisiones anteriores
Ahora muchos me podrán decir que iniciar un negocio no está al alcance de cualquier bolsillo, y tendrán toda la razón. Pero yo les digo que ser independiente y crear un pequeño negocio unipersonal es algo que sí está al alcance de cualquiera, y también tengo toda la razón. Existen varias opciones para hacerlo y se puede demostrar fácilmente.
Cualquiera que tenga la determinación de abrir un pequeño negocio unipersonal, o crear una empresa y no sólo generar sus propios recursos sino también facilitárselos a otras personas, se merece un respeto.
El hecho de que no haya más personas de este perfil deja muy claro cuál es la mentalidad de la mayoría. Pero, sobre todo, deja en evidencia a un sistema que está diseñado para aborregar, adoctrinar y esclavizar a la gente privándola, desde la misma infancia, de su creatividad y su autodeterminación.
¿Qué pasa con la dignidad? La dignidad es relativa
A todos nos gusta vivir bien y además es nuestro derecho de nacimiento, aunque algunos no lo crean. Yo no he conocido nunca a nadie que le gustase malvivir.
En general, todos apelamos a la dignidad y defendemos la idea de tener un empleo digno que nos permita alcanzar y seguir el modo de vida que deseamos. Pero, a la hora de la verdad, eso de la dignidad parece algo muy relativo.
Por un lado, la mayoría de las personas no viven coherentemente. Por otro, lo que para unos puede ser muy digno, para otros puede no serlo.
“La dignidad del hombre requiere que obre según su libre elección, sin ninguna coacción externa”. (Pablo VI).
Dignidad es la cualidad de digno y digno es aquello que podemos aceptar sin perder nuestra capacidad de obrar de acuerdo con nuestros ideales, principios y valores. Así como aquello que se corresponde proporcionalmente con nuestro mérito y condición.
Por lo tanto, al ser algo tan subjetivo, cada uno tiene su propia dignidad.
Es decir, en este caso; cuando hablamos de conseguir un empleo digno, en realidad estamos hablando de un empleo que sea digno para nosotros, según nuestra escala de valores.
Y para conseguirlo, primero, nosotros tenemos que hacernos dignos merecedores de ese empleo. La calidad de éste será proporcional a nuestros méritos para conseguirlo. Pero, sobre todo, a la condición que seamos capaces de manifestar en nosotros mismos, siendo coherentes y fieles a nosotros mismos.
Cada uno tiene el empleo que cree merecer
Dicho de otra manera; si yo creo que soy digno de lo que considero un buen empleo y me hago merecedor de él, creando en mi vida las condiciones necesarias, tarde o temprano conseguiré un buen empleo en el que no tenga que prostituirme.
Por otro lado, si creo que merezco un empleo mediocre y de igual modo me hago merecedor de éste, creando las condiciones para que así sea, conseguiré un empleo mediocre en el que mis valores pasarán a un segundo plano.
Por último; si tengo la creencia de que no merezco ningún empleo y me conformo con cualquier cosa, y manifiesto esa condición, difícilmente conseguiré uno o, si lo consigo, será un empleo de mierda. Habré encajado en un empleo cualquiera que no cubrirá mis necesidades y en el que mis valores y prioridades ya no importarán un carajo.
Es pura coherencia. Aquello que siembras recoges, ni más ni menos. Tal y como tú te percibes y te tratas a ti mismo, así te perciben y tratan los demás. Y este principio es aplicable e igual de efectivo para cualquier ámbito de la vida.
Esto es una ley universal y opera igual para todos
El problema es que muchas personas, la mayoría, más que pedir exigen empleos y otras muchas cosas, alegando aquello del derecho y la dignidad, sin conocer la ley y sin aplicar la coherencia. Aplican el porque yo lo valgo.
No son conscientes de que esa actitud es lo que les está privando del éxito y anclando en una vida sin sentido. Se esfuerzan en algo que va contra sus sueños sólo para ser uno más de la multitud acomodada y dócil.
Sueñan con el empleo ideal que les resuelva la vida, pero no hacen nada para ser dignos de tal cosa. Aceptan cualquier trabajo, traicionándose a sí mismos, sólo por la creencia de que hay que ganarse el pan con el sudor de la frente. Con sufrimiento y sacrificio.
O pierden su empleo y tras meses, o años, siguen esperando a que alguien les rescate, sin ni siquiera plantearse la posibilidad de intentar algo por su cuenta. Como si tuviesen todo el tiempo del mundo. Y después, se pasan la vida quejándose de su suerte.
Pero, la suerte no tiene nada que ver en esto. De hecho no tiene nada que ver con nada en absoluto. La suerte es la excusa de los mediocres, un cuento y un pretexto recurrente.
«Suerte no es más que el nombre que se da a una ley no conocida» (El Kybalion).
Quiénes no estén satisfechos con su situación, en lugar de quejarse, podrían aceptar su responsabilidad. Después, podrían adoptar una actitud positiva y constructiva para cambiar ellos mismos sus circunstancias, haciendo algo diferente.
No esperes que las cosas se solucionen solas, hazte responsable de tu vida y llévala a donde quieras que esté. Si otros lo han hecho ¿qué motivo hay para que no pueda hacerlo cualquier persona? ¿Qué te impide hacerlo tú?
Ahora, como siempre, que cada cual haga de su capa un sayo y con su vida lo que le parezca, sin molestar. Recuerda que yo no pretendo tener la razón, no doy consejos a nadie y no digo lo que se debe hacer o no. Solo escribo para que quien quiera entender entienda.

Autor
Soy Alberto Corbas, coach no directivo y entusiasta del acondicionamiento físico. Me encantaría que setuelcambio te sirviera de algún modo y acompañarte a alcanzar tus objetivos personales y/o de fitness.
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Comentarios
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Buenas tardes Alberto, gracias por tus publicaciones. Son claras, precisas y se siente que están escritas con una sinceridad profunda. Hay mucha verdad en lo que publicas y está escrito en un lenguaje que se lee muy ameno. La sabiduría que compartes es muy valiosa y sinceramente son temarios que se deberían enseñar en el colegio. Gracias por el valor que aportas a las personas interesadas en cambiar su vida. Un abrazo Carmen
Hola Carmen, un placer saludarte.
Muchas gracias por tus palabras, son reconfortantes.
Es verdad que al sistema educativo le iría bien librarse de mucha paja inútil y sustituirla por cuestiones que realmente sean educativas y aporten sabiduría.
Por mi parte, hago lo que puedo…
Un abrazo.